La forma natural que adopta un olivo sin podar, localiza la hoja y la producción exclusivamente en la parte externa de la copa, con lo que la producción es baja y la calidad del fruto mediocre. La alta densidad de copa que tiene el olivo de forma natural, además, dificulta la recolección.

La poda se debe adaptar a la forma de recolección. De esta manera será una poda rápida (económica) y poco dañina para el olivo. Recordemos que la recolección supone una de las operaciones más costosas en el manejo del olivar. 

El diseño de copa obtenido con la poda debe estar estrechamente ligada al sistema de recolección que se vaya a emplear, de manera que no será la misma para olivar de un pie, destinado a la recolección con vibrador de tronco o ramas, que para un olivar en seto, recogido por una cosechadora. 

Optimizar iluminación de toda la copa

La poda debe optimizar la iluminación de toda la copa. De esta forma, la fructificación ocurre por toda la copa, no sólo en la parte externa. Los brotes bien iluminados crecen y producen más, mientras que los brotes mal iluminados, crecen y producen poco, a la vez que siguen consumiendo luz, agua y nutrientes, redundando negativamente en el resto del árbol.

 

Maximizar la relación hoja/madera

La poda debe de maximizar la relación hoja/madera de todo el árbol, evitando tanto las ramas secas defoliadas por falta de luz en las partes internas y bajas de la copa, como los tramos largos de madera gruesa sin hoja en las ramas principales, debido de hecho a la propia poda para adaptar la altura del olivo a la recolección.

Las ramas mal iluminadas consumen más fotoasimilados de los que producen; las maderas gruesas expuestas directamente a la luz producen chupones que roban la savia a las ramas productivas. A mayor relación hoja/madera en el olivo, habrá menos zonas en la copa que consuman más de lo que producen, siendo mejores el crecimiento vegetativo y la producción.

La poda pues, debe siempre de conseguir la mayor cantidad de hoja, con el mínimo de madera posible, ya que por su propia función, la cantidad de hoja está muy directamente relacionada con la producción, y la madera a su vez supone un consumo de recursos, por lo que debe minimizarse su cantidad en el árbol.

Adaptar el tamaño y forma del olivo

La poda adapta el tamaño y forma del olivo al medio en el que vegeta, para evitar competencia por la luz y el agua entre los propios olivos.

En marcos espesos, el tamaño y densidad del olivo deben ser bajos para evitar los sombreamientos entre los propios árboles. 

En olivares con poca disponibilidad de agua, se debe de reducir el volumen de copa para permitir que el aparato radical sea capaz de suministrar a los brotes productivos suficiente savia bruta para fructificar.

Sobre todo en las fases juveniles del olivar, no debemos olvidar el equilibrio que debe existir en la relación hoja / raíz. 

Antes de entrar en producción, una mayor biomasa de la parte aérea, es capaz de producir más fotoasimilados para una mayor biomasa de raíces, que a su vez es capaz de bombear más agua y nutrientes minerales desde el suelo a la copa en forma de savia bruta. 

Podas de formación muy severas, en realidad, ralentizan el crecimiento y la entrada en producción.

Momento de Realizar la Poda

Poda de invierno

La poda de invierno como tal, que realiza cortes gruesos, muchos de ellos con intención de renovación, se debe de realizar en un periodo libre de heladas fuertes, comprendido entre la recolección y la brotación. 

Para la mayoría de los olivares en el hemisferio norte la fecha ideal se sitúa entre enero y marzo. En olivares con inviernos suaves por estar a pocos metros sobre el nivel del mar o en laderas con orientación sur, en el que se efectúen recolecciones tempranas, la poda se puede realizar incluso a partir de noviembre.

En olivares al norte de la zona de distribución, de montaña o en ubicaciones bajas con fuertes heladas de inversión térmica, se debe podar entre marzo y mayo. En olivares expuestos a heladas fuertes, se debe de mantener una espesura de copa algo superior a lo normal.

Si por problemas de agenda, la poda de invierno se retrasa a la primavera, se debe de evitar cortar ramas gruesas destinadas a renovación, a la vez que se debe de dejar algo más de tocón en los demás cortes, pues la cicatrización es peor al despegarse la corteza de la madera en dichos cortes.

Poda de verano

La poda de verano, que técnicamente sería una poda en verde, y que se suele denominar limpia, no es muy practicada en la mayoría de zonas, quedando relegada a la eliminación de las varetas del tronco y poco más, lo que se denomina desvareto.

Sin embargo, es muy positiva para la producción, calidad y costes de recolección. Es más necesaria, contra más espeso de follaje y cargado de aceituna, nos encontremos al olivo en verano. La fecha ideal estaría comprendida entre julio y septiembre, consistiendo tanto en la eliminación de los chupones innecesarios de peana, tronco y cruces, favoreciendo el desarrollo de aquellos destinados a renovaciones, como a eliminar también ramas delgadas mal iluminadas, cruzadas y paralelas con otras mejor situadas, aunque porten aceituna. 

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